La Batalla de Alarcos tuvo lugar el 19 de julio de 1195 entre las fuerzas del Reino de Castilla dirigidas por el rey Alfonso VIII y las tropas almohades lideradas por el califa Abu Yusuf Ya'qub al-Mansur. La batalla se libró cerca de la ciudad de Alarcos, en lo que hoy es la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, España.
Durante la batalla, las fuerzas almohades lograron infligir una aplastante derrota a los castellanos, causando la muerte o captura de miles de soldados. Esta derrota marcó un golpe significativo para el reino de Castilla y permitió a los almohades consolidar su control sobre la región.
La derrota en Alarcos llevó a Castilla a reorganizarse y a prepararse para futuros enfrentamientos con los almohades. Finalmente, en 1212, en la Batalla de Las Navas de Tolosa, las fuerzas cristianas lograron una victoria decisiva sobre los almohades, lo que condujo a la eventual caída de su imperio en la península ibérica.
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